Cronicas desde Catalunya (2 y final)

Estoy perplejo. En la mayoría de los análisis que he leído sobre el 9N se insiste una y otra vez en el fracaso de la votación del domingo DSC04792porque «dos terceras partes de los catalanes no acudieron a votar». Aplicando esa misma lógica aplastante el Estatuto de Cataluña de 2006, ese que luego fue convenientemente «cepillado»,  acabó siendo rechazado por el 60,5% de los catalanes.

-¿Cómo? ¿Que el Estatuto Catalán no está aprobado? ¿Entonces por qué lo anulo parcialmente el Constitucional?

Dejémonos de tonterías. El Estatuto del 2006 se aprobó con 1.888.000 votos a favor, 528.000 en contra y 135.000 en blanco. Se abstuvieron 2.630.000 catalanes. Hasta donde yo recuerdo a nadie se le ocurrió sumar la abstención al NO, cosa que sí se está haciendo al analizar la votación del domingo en Catalunya.

Esa suma imposible esconde a mi juicio una vergonzante incapacidad -o lo que es peor, voluntad- para hacer política. Se puede perder mucho tiempo y neuronas argumentando que la votación del 9N es ilegal, carece de valor jurídico y no se hizo con plenas garantías. Todo eso es tan cierto como irrelevante si entramos al fondo de la cuestión. Es como el niño que llora y grita  en el parque:

-!este niño me ha quitado el columpio!

después de haberse pasado media hora subido en el susodicho,  sacando la lengua y burlándose de chaval que esperaba su turno y que acaba perdiendo la paciencia.

Lo que hay que analizar es el hecho cierto e incontestable de que  en los últimos 8 años el número de catalanes que quieren gobernarse a sí mismos (algunos por cuestión identitaria y otros porque no les gusta como les gobiernan desde/con España)  ha crecido y sigue creciendo.DSC04803 Si sumamos el «sí/sí» y el «sí/no» superan ampliamente los dos millones.DSC04777 Y eso a sabiendas de que esa consulta no tenía valor jurídico. Y eso con la incertidumbre de si las votaciones podían deparar algún tipo de represalia legal contra sus promotores y ejecutores.

Miren, a las 8:45 de la mañana una pareja de Mossos de Esquadra pasó haciendo su ronda habitual por delante de un colegio y la cola de votantes que aguardaba se volvió súbitamente líquida. Casi todo el mundo disimuló lo indisimulable en un amago de «no… si yo no estoy haciendo cola para votar…» La patrulla pasó de largo y la cola se recompuso. DSC04835 Esa sensación de duda que flotaba en el ambiente a primera hora del 9N es la que se sembró en las horas y días previos y la que,  probablemente,  hizo que muchos no estuviesen seguros de que enseñar su DNI para que fuese anotado por los voluntarios de mesa fuese una buena idea. ¡Claro que no había garantías plenas el domingo!…pero para nadie. Y, como me dijo una responsable del dispositivo de voluntarios y yo recogí en una crónica para eitb.com, «que nadie se piense que Bob Esponja ha podido votar»

¿Con todas las garantías hubiese participado más gente en una votación sobre el futuro político de Catalunya? Seguro que sí. Repasen los datos del referendum de Escocia o, si les da pereza,  esperen a las próximas elecciones catalanas, plebiscitarias o no. No tendrán que aguardar mucho.

Solo una cosa más. El respeto a la ley es necesario…sobre todo cuando las leyes son justas. Leo por ahí simplezas  como que «es improbable que algún pacto duradero y profundo pueda alcanzarse a partir del quebranto de la ley y de su exhibición jactanciosa». Hay leyes que -agotadas las vías del diálogo y ante el inmovilismo interesado de quienes tienen la capacidad de cambialas- pueden y deben incumplirse. De lo contrario un servidor habría hecho la mili en Melilla o millones de mujeres en el mundo no podrían votar. Apelar a una ley artificialmente sacralizada  se convierte,  cada vez mas a menudo,  en el último refugio de quienes anteponen sus intereses particulares a la justicia y la convivencia en libertad.  Tonterías las justas, si us plau.

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Acerca de JUAN CARLOS ETXEBERRIA

Periodista vasco. Trabajo actualmente en los servicios informativos de Euskal Telebista (ETB) como presentador del informativo Teleberri 2.
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2 respuestas a Cronicas desde Catalunya (2 y final)

  1. Como siempre, certero. Gracias.

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