De lo urgente y lo importante

El pasado domingo 10 de marzo el partido Alternativa Democrática Nacional (ADN) obtuvo más de 100.000 votos en las elecciones legislativas de Portugal. Ese resultado multiplicaba por 10 su anterior registro. Pasaron de 10.000 a 100.000 votos sin haber tenido apenas presencia mediática y con un programa electoral «humanista», liberal en lo económico y conservador en lo social, o sea, lo que se lleva cualquier partido marginal que quiera presentarse a unas elecciones generales sin aspiraciones reales de obtener representación parlamentaria.

El porqué del subidón electoral de ADN parece que hay que buscarlo en su papeleta de voto o -para ser precisos- en la comparación de su papeleta con la de otra formación. Resulta que la coalición de centro-derecha Alianza Democrática, ganadora de estas elecciones y que durante toda la campaña y pre-campaña se presentó bajo las siglas AD, imprimió en su papeleta las siglas de todos los partidos coaligados ( PPD/PSD.CDS-PP.PPM). En cambio, el sufragio de la residual Alternativa Nacional Democrática venía encabezado por las siglas ADN. Los analistas portugueses están convencidos de que muchos votantes de Alianza Democratica (AD) acabaron votando por error a Alternativa Nacional Democrática (ADN).

-Ya…Le puede pasar a cualquiera. Las prisas… Y lo podían poner más fácil.

Sí, claro. Pero les pasó a unas 80.000 personas. Eso siendo muy generoso. Muchísima gente que no se paró a leer con un poco de atención ni el nombre de la candidatura ni, es de suponer, el de las personas que la conformaban.

La segunda noticia que me ha traído hasta aquí es el incendio de Valencia. El 22 de febrero, dos horas después de desatarse el fuego en el barrio de Campanar, con el edificio aun ardiendo y sin que ningún bombero ni perito hubiese entrado al interior, los medios de comunicación -diría que sin excepción- ya explicábamos que el fuego se propagaba a gran velocidad debido a que las placas de aluminio de la fachada estaban cubiertas de un poliuretano altamente inflamable. Al menos dos expertos mencionaron esa circunstancia. En algunas informaciones se precisaba que el fuego había comenzado en el apartamento 83 de la séptima planta.

Al día siguiente, dia 23, no hubo periodista encargado de la noticia que no buscase a un experto en materiales de construcción para que le dijese lo que hacia falta que le dijese, esto es, que el poliuretano (como si solo hubiese uno) es muy buen aislante pero muy inflamable. Para entonces ya otros expertos aseguraban que lo que había ardido no era poliuretano sino una resina conocida como «composite» que hace de aislante entre las placas de aluminio ( !no las recubre¡).

– Ya…pero al que tenemos grabado le hemos preguntado por poliuretano. ¿Será igual, no?

Ni puta idea si es igual. Sigamos.

Proliferan de inmediato los reportajes sobre qué edificios tienen aislamiento de poliuretano en nuestras ciudades a pesar de que esa tarde documentos oficiales e imágenes de los restos calcinados de la fachada muestran que el aislamiento no es poliuretano sino lana de roca, un material aislante resistente al fuego. Aparecen nuevos expertos que explican que tal vez lo realmente inflamable era el material termo-plástico adherente que se le aplico a la lana de roca para fijarla a las placas.

-Ya, pero ahora el tema esta en el realojo de los vecinos. Ya vale de expertos.

Venga, tira. Pasan dos días más. Ahora ya hemos cambiado el apartamento 83 de la séptima planta por el 86 de la octava como lugar de origen del fuego. Es complicado contar pisos. Pero la causa está clara. El fuego comienza en un toldo. Se ve en un video colgado en Twitter desde hace días. Y el toldo es eléctrico. Los medios explicamos rápidamente que la principal hipótesis sobre el origen del fuego es un fallo eléctrico en el motor del toldo. Volvemos a citar a varios expertos y un informe preliminar de la policía científica que ha examinado «palmo a palmo»(sic.) el edificio quemado . La noticia sigue ocupando muchos minutos de televisión y muchas páginas de periódicos.

Dos semanas más tarde, el 11 de marzo la delegada del gobierno en la comunidad valenciana informa de que el fuego no se originó en un toldo sino en un electrodoméstico de la cocina del apartamento 86. Así se recoge en el sumario judicial desde el viernes 8 de marzo.

-Ya…es que ese día estábamos a otras cosas.

En breve, cuando acaben la fallas ( qué paradoja), los peritos de las empresas especializadas en investigación de siniestros contratados por las aseguradoras entrarán en el edificio para realizar sus propias pesquisas. Continuará…

Ambas noticias, la de Portugal y la de Valencia, son caras de la misma moneda y nos enfrentan al viejo dilema de si los medios de comunicación somos el reflejo de la sociedad, un agente activo que conforma sus hábitos y comportamientos o ambas cosas a la vez .En el caso de Portugal es el publico quien actúa de manera irreflexiva y precipitada y adolece de paciencia para leer con atención algo tan objetivamente importante ( o al menos eso quiero creer) como el voto que deposita cada 4 años. En el incendio de Valencia somos los medios los que priorizamos la inmediatez al rigor, quienes necesitamos explicaciones simples a asuntos complejos o incluso no resueltos, quienes somos incapaces de afirmar que «aun es pronto para saber hasta qué punto los materiales (unidos al fuerte viento) han contribuido a la propagación del fuego» mientras de reojo vemos en el canal de la competencia un titular enorme que habla del «revestimiento de poliuretano inflamable». Dos caras de una moneda. Una moneda que acaba perdiendo el valor que tenía. Todos salimos perdiendo.

Esa es precisamente mi reflexión final. Lo que estamos perdiendo y que ya no estará cuando lo necesitemos. Llevaba casi 3 años sin publicar en este blog y creo que no lo habría hecho de no haber coincidido estas dos noticias con el 20 aniversario del 11-M. Esos 4 días de marzo de 2004 algunos periodistas (en especial en los medios vascos y en mayor número de lo que se piensa mucha gente que solo recuerda lo que pasó en Madrid ) hicimos un enorme esfuerzo por contener la prisa, la precipitación , el vértigo que supone leer en otros medios el titular que lo explica todo mientras tú sales diciendo que no sabes qué ha pasado. Recoger casi en pie de igualdad las distintas versiones de los hechos mientras no haya datos contrastables que nos hagan decantarnos por una u otra, mantener el escepticismo o al menos el criterio propio incluso ante versiones oficiales si estas no están suficientemente acreditadas, recordar que en una campaña electoral los medios somos el tonto útil a menos que sepamos preservar nuestro sentido crítico…Son muchas las buenas prácticas periodísticas que supimos preservar aquellos días de marzo. Amedrentados, dudosos, angustiados pero nos aferramos al rigor poniendo en juego nuestra credibilidad. Por eso resulta tan desolador comprobar que, con el paso de los años, ese concepto troncal, esencial, sustantivo del buen periodismo se esté devaluando tanto. Casi no importa si lo que cuentas es verdad porque mañana se habrá olvidado de la misma manera que a 100.000 personas en Portugal se les olvidó mirar bien la papeleta de su voto y apenas ha sido noticia. Me temo que cuando volvamos a necesitar ese buen periodismo de hace ahora 20 años, el de aquellos días de marzo, tal vez ya no lo encontremos.

Acerca de JUAN CARLOS ETXEBERRIA

Periodista vasco. Trabajo actualmente en los servicios informativos de Euskal Telebista (ETB) como presentador del informativo Teleberri 2.
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